“Científicos del laboratorio Google X descubren peligrosa reacción química formada por la mezcla de cromato de amonio con tiocinato de mercurio”. Esa era la noticia que aún a día de hoy cubría la mayoría de llamados de los periódicos de nuestro país. Y es que daba igual que ayer se hubieran cumplido 4 meses de esa noticia, ya que la repercusión y el misterio de la misma se había convertido en unos de los mayores enigmas de este comienzo del siglo XII. La verdad es que yo nunca me interesé mucho por ello, y todas las especulaciones que la gente hace me parecen excesivas: que si se crea un portal hacia el inframundo, que si al respirar el gas resultante te desaparecen los brazos, o incluso que si terribles y desconocidas criaturas se forman entre los anaranjados pigmentos de esas, ya nombradas destructivas, sustancias. Pero ahí, en la esquina inferior izquierda de la primera hoja de Ciencia, estaba la noticia que yo quería leer: “Descubiertos indicios que afirman que la NASA estaría preparando un despegue hacia Marte el próximo miércoles 22 de abril”. Término de ojear el artículo y decido cerrar el precedente periódico y descansar, pues mañana me espera un día largo.
Son las 4:30h de la mañana y mi despertador ya ha sonado. Me visto y bajo a la cafetería del hotel a desayunar. La NASA nos ha cerrado los dos pisos superiores del Grand Hyatt para todos los científicos que hoy nos vemos involucrados en el primer viaje al planeta rojo. Casi no me da tiempo a terminar cuando recibo la alarma de que el coche ya está listo para llevarme a Cabo Cañaveral. Me despido de mis compañeros y me subo al vehículo. No es hasta ese instante cuando logro darme cuenta de la magnitud y la repercusión que tendrá mi presencia en la nave una vez que la misión se complete con total éxito. Sí que es cierto que desde hace años el laboratorio secreto de Cold Spring Harborse no deja de innovar, y que aunque hace 30 años hayan creado una burbuja espacial microclima, que te aisla del calor permitiéndonos viajar y conocer a fondo la superficie de Venús, pasar de una presión atmosférica de unos 7 milibares frente a los 1013 milibares de la superficie terrestre, es algo demasiado nuevo para el ser humano. Desde la invención de los coches inteligentes, ahora viajar por carreteras aéreas ha dejado de tener su especial encanto, y el recorrido desde el hotel hasta el centro espacial Kennedy se me hace especialmente largo, aunque que nada comparado con las 3 semanas que durará el viaje extraplanetario que en escasas horas comenzará.
-¿Todo listo?- escucho desde el final del pasillo.
Por fin ha llegado la hora, y ahora ya solo puedo mantener la calma, luchar contra mis nervios, y desfilar hacia lo que será mi hogar durante los próximos dos meses. Cuando esta mañana América y el mundo entero se despierten, verán que las especulaciones eran ciertas y que, lo que parecía ser una nave espacial, se encuentra en una de las dos rampas de lanzamiento del complejo 39 rumbo a Marte. Entro en la nave, y tomo mi asiento. Nuestras bolsas de subsistencia están ya dentro, con todo lo necesario para resistir se den las condiciones que se den. Todo está listo, y ya no hay tiempo para dar marcha atrás. Hacía una semana que me había despedido de mi familia y seres queridos con la excusa de venirme a Florida, pero aún así sentía su vacío y preocupación.
-Todo en orden, astronautas. El despegue será inminente- decía esa robotizada voz que me entusiasmaba pero que a la vez me ponía la piel de gallina.- Comenzamos la cuenta atrás.
Más de tres mil toneladas de metal y combustible se encuentran listas para enfrentarse a la gravedad terrestre en una batalla que, a priori, parece perdida. Pero cuando la cuenta atrás llega a cero, la enorme nave despega, lentamente al principio, aunque con aceleración constante. Ocho minutos después ya está en órbita desplazándose a casi 58000 km/h. Compartiendo experiencias con otros astronautas, ellos siempre me han dicho que el despegue es de los factores más emocionantes en todo lo que conlleva la aventura espacial, y así creo que lo afirmaré yo también a la vuelta.
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