lunes, 17 de octubre de 2016

Relato grupo B: "El Señor Escarabajo".

    Cuatro de la madrugada. Sigo dándole vueltas a mi último gran hallazgo. ¿De quién era ese diario? ¿A dónde pertenecían todas esas direcciones? ¿Quién era el supuesto Señor Escarabajo y por qué que quería hacerle daño a toda esa gente? intento cerrar los ojos lo único que ahora mismo deseo es poder visualizar decenas de ovejas saltando felices por una verde y soleada pradera mientras, poco a poco, me sumerjo en un profundo y reconfortante sueño del que solo podría despertarme la alarma de mi despertador indicándome nuevamente la rutina diaria que puedo seguir. los párpados me pesan pero a pesar de ello no puedo dejar de visualizar el color verde de mi amplia y confortable habitación. justo enfrente de mi hay una gran ventana que da a la calle principal; avenida fructuosa para los comercios, adorada por los noctívagos y abominada por los residentes cercanos. pero ahora mismo no hay nadie.
Reflexiono asomado a la aún empañada ventana mientras me abrocho la camisa. ¿Estoy seguro de lo que voy a hacer? Sé como soy. Conozco mis límites. Y sé que una vez que me involucre no voy a poder desistir hasta conocer respuestas. Me calzo mis Oxford y salgo a la calle. La acera sigue húmeda. Son las cinco menos cuarto y el panadero de la esquina ya ha llegado:

-¡Buenos días vecino! -dijo él eufórico interrumpiendo su matutina labor.
-Buenos días a ti tambíen -le respondí con una una sonrisa un tanto forzada.- ¿Usted sabe dónde queda la calle Casal?
-Ya sabía yo que tan peculiar personaje no se despertaba tan temprano para nada -dijo él con un tono un tanto jocoso.- Pero contestando a su pregunta, no. Ni me suena ni mucho menos sé dónde se encuentra.

Iconos con los que tuvimos que idear y relatar la historia.
    Continuo mi camino callejeando en busca de la primera dirección nombrada en el diario. La verdad es que a mí tampoco me suena de nada ninguna de las calles de las que el Señor Escarabajo dejó constancia y que, casualmente, hace dos días me encontré a la puerta de mi edificio. Sigo pateando la ciudad de arriba a abajo, y cada vez queda menos para volver a ver el Sol en este frío final de otoño. Diviso un extraño signo pintado en la pared trasera de la biblioteca municipal. Múltiples flechas que emanan de un mismo origen pero que tienen direcciones diferentes. Me acerco para poder observar mejor tan gran, desconocida y confusa pintada. Hay una flecha que resalta por su grosor y tamaño sobre las demás. Una flecha que apunta hacia el suelo. Por más sentido que intento darle, menos lo entiendo. Sé que no hay indicios de que ese símbolo que se alza ante mis pies tenga relación con mi gran hallazgo, pero tengo tantos interrogantes en mi cabeza que me es inevitable desechar alguna opción.
Un húmedo y pisoteado sobre blanco se encuentra tras la pata delantera del banco en el que hasta hacía unos instantes  estaba apoyado Lorenzo Escarabajo López. Domicilio: C/ Casal, 10; Ruesga (Cantabria). Sabía que mi relación no era del todo errónea. Ese carnet pertenecía al autor del diario que hasta hace unos momentos sostenía en mi mano derecha. Pero ahora una nueva cuestión perpetuaba en mi cabeza: ¿Qué hacía el DNI y el diario de aquel ya no tan misterioso señor a casi 500 Km de su domicilio? Aún quedan diversas incógnitas por resolver, pero, llevándole la contraria a mi instinto, quizás hoy no es el día.

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